Que las personas somos muy distintas entre sí es un hecho fácil de contrastar. Pero a pesar de ello, en ocasiones nos sorprendemos de los comportamientos y de las decisiones de los demás, llamándonos la atención las mismas. ¿Por qué habrá hecho esto?. ¿Qué habrá querido decir?. ¿Qué mensaje nos quiere transmitir?…
Esta introducción viene motivada por un hecho real que ha tenido lugar en estos últimos días. Se trata de una pequeña cadena de situaciones, todas ellas concatenadas y, probablemente, con una lógica previsible. Contaré a qué me refiero.
Suelo visitar con frecuencia el Punto Zoológico que estamos acabando de realizar en el Parque Miguel Servet. Y allí es fácil observar múltiples detalles, de signo muy diverso. El otro día, al pasar por la parte exterior delimitada por la acequia de regantes, nos llamó la atención la presencia de un gato, pelirrojo, medio adormilado. Como en esta parte del parque es fácil encontrarse gatos, no le dimos más importancia. Bueno, un gato de tantos… Le hicimos una fotografía porque en el conjunto del paisaje del entorno quedaba muy original.
Ayer por la mañana, en la entrevista que me hizo Nacho Gracia en la COPE (Cadena de Ondas Populares Españolas), una de las preguntas enviadas a la emisora por los oyentes para que la contestara yo, decía exactamente así: «Señor Alcalde, ¿esto del Punto Zoológico va en serio?». Mi contestación, de entrada, fue muy clara: «Sí, va muy en serio». Y a partir de allí me explayé en algunas consideraciones sobre dicho Punto Zoológico, e incluso le hice una propuesta a Nacho, a mi entender muy interesante. Pero sobre esta propuesta no voy a hablar aquí, sino a continuar con el hilo de lo referente al gato pelirrojo, o más en concreto, sobre el dueño o la dueña del gato. Llegados a este punto debo decir, para ser más exactos, de la gata pelirroja.
A última hora de la mañana de ayer me acerqué al Punto Zoológico para ver como resolvía nuestro excelente pintor José Rodríguez algunas decisiones de carácter técnico-pictórico en el trabajo que está realizando. Y al llegar a la altura del punto en el que días antes estaba la gata pelirroja me llamaron la atención sobre un hecho curioso, de compleja interpretación. Alguien le había hecho una especie de tienda de campaña a la gata, para protegerla, y le había puesto agua y comida. Se supone que toda esta actuación la habían llevado a cabo por la noche.
En cualquier caso, lo que sí estaba claro era que la gata estaba muy débil y presumiblemente enferma. ¿La habían traído al Punto Zoológico por esa razón?. No lo sabemos.
Visto lo descrito vivimos unos momentos de sorpresa y de cierta incertidumbre. La gata pelirroja era la misma que habíamos visto en días anteriores, y que estaba en el mismo sitio… Pero qué significaba todo esto. Nos estábamos yendo ya y decidimos volver sobre nuestros pasos. ¿Dejábamos la gata donde estaba y que el tiempo resolviera?. No, no podíamos hacer eso porque presumiblemente quien trajo la gata y le hizo la tienda de campaña nos está pidiendo ayuda. Y así, cogimos la gata, el agua y la comida y la trasladamos a un pequeño compartimento, recién restaurado, y más apropiado para atender a un animal enfermo. En uno de los compartimentos están los patos recién nacidos y en el contiguo la gata pelirroja.
Pero quedaba una cuestión por resolver. Habíamos aposentado adecuadamente a la gata, se la iba a tratar como a cualquier animal enfermo, pero quien trajo la gata al Punto Zoológico y le hizo su original refugio debía saber que su gata está bien protegida. Por eso, en el mismo sitio y con la misma tienda de campaña, un plástico y un paño rojo, dejamos una nota en la que le decíamos al dueño o dueña del animal que su gata estaba siendo atendida.
Me encantaría que todo lo descrito respondiera a la interpretación que hemos dado y que llegáramos a conocer a la persona (¿un niño o una niña?), a la que va dirigido este escrito.